domingo, 24 de febrero de 2013

Ars Antiqua y Ars Nova





Los famosos términos Ars Nova y Ars Antiqua fueron utilizados por algunos teóricos de comienzos del siglo XIV para distinguir las técnicas musicales innovadoras (Ars nova) de las de los siglos precedentes (Ars antiqua).


 Nos situamos a finales del siglo XII, incluyendo la Escuela de Notre Dame, para comenzar a hablar del periodo que abarca el Ars antiqua. Pero, en sentido estricto, el Ars Antiqua únicamente sigue los escritos de los músicos teóricos de la segunda mitad del siglo XIII, cubriendo el periodo en el que se utilizaban las formas del organum, conductus, motete, cantilena y hoquetus.



Pero, ¿cómo sonaba el Ars Antiqua?
Aquí tenéis un claro ejemplo de ello: un Organum Triplum de Albertus Parisiensis, cantor y compositor de la Catedral de Notre Dame, que exactamente data de la segunda mitad del siglo XII.




Cuando surge el Ars Nova, recibe la crítica papal de Juan XXII, en la que habla de una música que “embriaga los oídos y no se preocupa de las almas […] y se olvida la devoción que se buscaba”.
Surgirá de este modo una querelle musical entre el Ars Antiqua y Ars Nova. Pero esta contraposición no será sólo entre tradición y renovación, sino que irá más allá: la música tratará desde este momento ser autosuficiente, conseguir su propia autonomía en el valor auditivo.



Se le atribuye la creación del Ars Nova a Philippe de Vitri, compositor francés. El nuevo sistema ofrecía nuevos tipos de compás, permitía una flexibilidad rítmica mayor, e incluso se crearon los antecesores de nuestros actuales signos de compás.


Tanto sus partidarios como sus oponentes reconocieron el nuevo arte. Jacobo de Lieja, de origen flamenco, defendió con ardor el ars antiqua de finales del siglo XIII contra las innovaciones. Lamentaba que en el ars nova “la perfección se degrada y la imperfección es exaltada”.


De Jacobo de Lieja sabemos apenas unos pocos datos biográficos, pero su Speculum musicae  es el tratado medieval sobre la música más antiguo que se ha conservado. Y es precisamente en el último de sus siete libros de este tratado, donde defendió la música antigua y afirmó que la racionalidad del ars antiqua debería florecer una vez más, ignorando el refinamiento excesivo que suscitaba el nuevo estilo.


Y cómo no, nos despedimos de esta nueva entrada con una audición representativa del Ars Nova:

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