viernes, 26 de abril de 2013

Mendelssohn y la música pura

Hay tanto para hablar sobre la música, y sin embargo realmente tan poco para decir. Por mi parte creo que las palabras no alcanzan para ser un objetivo en sí mismas, y si me diera cuenta que alcanzaran, ciertamente no podría tener más nada que ver con la música.
La gente habitualmente se queja de que la música es ambigua, que tienen dudas sobre lo que deben pensar cuando escuchan algo, mientras que todos ellos comprenden el significado de las palabras. Para mí es exactamente a la inversa; no solamente en la consideración de frases enteras, sino también de términos aislados. Éstos me parecen tan ambiguos, tan indefinidos, tan difíciles de comprender en comparación con la música genuina, la cual llena el alma de miles de cosas mejores que las palabras.
Lo que la música que amo me expresa no es un pensamiento demasiado indefinido para ser puesto en palabras, sino, al contrario, demasiado definido. Considero que los esfuerzos orientados en expresar tales pensamientos -en palabras- son loables, pero aun así me parece algo totalmente insatisfactorio; y eso incluye a tu trabajo.
Esto, sin embargo, no es tu culpa, sino culpa de la Poesía como tal, que no es capaz de hacerlo mejor.
Si me preguntas cuál es mi idea, te digo: cada canción se sostiene en sí misma. Y si tuviese en mente algún término definido en cuanto a alguna de ellas no lo divulgaré, ya que las palabras de una persona asumen un significado totalmente diverso para otra. Porque la música puede despertar las mismas ideas y los mismos sentimientos pero esos sentimientos no podrán, sin embargo, expresarse con las mismas palabras.
Resignación, Melancolía, Alabanza a Dios, Canción de caza. Una persona no se forma la misma idea que otra sobre esto. Resignación para una es melancolía para otra. Y una tercera persona puede tener una idea completamente distinta de las otras dos.
Algún hombre que sea naturalmente un buen deportista puede asociar la Canción de caza con la Alabanza a Dios, mientras que nosotros escuchamos el sonido del “cuerno de caza” sin más. Y si discutiéramos el tema con él, seguramente no avanzaríamos mucho más.
Las palabras tienen muchos significados, y la música puede hacernos ver que todos ellos son correctos.

Sirve todo esto para responder tu pregunta? Es todo lo que puedo darte a pesar de que son, después de todo, sólo ambiguas palabras!”

Así responde Felix Mendelssohn en una carta fechada el 15 de Octubre de 1842 a Marc-André Souchay, quien le había sugerido al compositor dar un título para orientar al oyente en cada una de piezas para piano de “Canciones sin palabras”. Souchay afirmaba que la música necesitaba un significado extra.

Mendelssohn defendió una música con significado propio que transmite emociones, aunque estas no puedan ser expresadas de las misma forma por dos personas distintas.


Con la música las palabras adquieren muchos significados, y “la música llena el alma de miles de cosas mejores que las palabras”.
Estas dos posturas musicales surgen a partir de una revalorización de la música que se desarrolló a lo largo del Romanticismo.
La tradicional jerarquización clasicista y racionalista de las artes se extingue con la llegada del periodo romántico. Los autores y teóricos musicales trataron de elevar la música al papel imperante entre las artes. Se reconoció un enorme esfuerzo por los románticos para lograr un ámbito expresivo propio de la música y una consecuente diferenciación con respecto a las demás artes. Por este motivo, la música instrumental pura (por su independencia a otros tipos de expresión) acogerá progresivamente el valor como símbolo de un lenguaje privilegiado.
Wackenroder, con un pensamiento semejante al de Mendelssohn, ya en 1796 afirmaba en sus escritos que la música “pinta sentimientos humanos de manera sobrehumana”, y la calificó como “el lenguaje de los ángeles”.
El Romanticismo es el periodo en el que los promotores de conciertos, editores, constructores de instrumentos y gestores proliferaron. También nació la musicología moderna con carácter sistemático y con una sólida base científica. El compromiso de los artistas románticos era alcanzar una expresión más compleja de las artes. El filósofo Schelling afirmó que la música "es el arte que más se despoja de lo corpóreo, por cuanto representa el movimiento puro como tal desprendido del objeto y llevado por alas invisibles, casi espirituales".

Estas vertientes derivarán en los movimientos de las vanguardias y los formalismos, donde podemos destacar a Stravinsky.


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